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+ Ejus in obitu nro praesentia muniamus

  Ediciуn Nъmero 13 - Aсo I

Sante Michael Archangele, defende nos in proelio; contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus;supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute in infernum detrude. Amen.  GACETA  

  SEMANAL

Viernes, 7 de mayo de 2004 | Revista Cristiandad.org prepara para usted una cuidadosa selecciуn de material de formaciуn general,

pensado en forma de contenidos breves y de sana doctrina. Surgite! y Revista Cristiandad.org son publicaciones fieles al magisterio tradicional de la Iglesia.

 

 

10 de Mayo: Lanzamiento del III Tomo de las Visiones y Revelaciones

de la Venerable Sor Ana Catalina Emmerick: "Desde el comienzo de

la vida pъblica de Jesъs hasta la primera Pascua"

 

 

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CONTENIDO DE ESTA EDICIУN

 


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    SUGERENCIA

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IHSV

 
   

 

 

ERA VIERNES, DE MADRUGADA. Un viernes sagrado profanado por el pecado, la maldad. Por la apostasнa.

 

OBSEQUIO PARA NUESTROS LECTORES

Con ocasiуn de las ceremonias y ejercicios espirituales de Semana Santa, ofrecemos a nuestros lectores un ejemplar gratuito del libro digital «Marнa Santнsima: Fiel Co-Protagonista de la amarga pasiуn del Divino Redentor», realizado por el Centro de Estudios de Revista Cristiandad.org

 

Para descargarlo haga click

sobre la imagen o aquн.

- “Ecce Homo!”

 

Pilatos exness mt5 ダウンロード bramaba ante el populacho enfurecido: “ЎVed aquн al hombre!”. El grito enternecido del procurador extranjero y pagano resuena hasta el fin de los tiempos en los corazones de los hombres, entristecidos y horrorizados ante el mayor crimen cometido jamбs en la historia.


Es compleja la psicologнa del endurecido militar romano conmovido ante los sufrimientos del hombre-Dios. Hastiado de sangre, insensible ante el dolor, se encuentra rendido ante la suprema inocencia en aquel magnнfico prisionero. Se indigna contra la muchedumbre, pero su carne es mбs dйbil y teme por sн mismo y su carrera en el Imperio. Teme a las amenazas de los sacerdotes apуstatas. Pero la lucha sin cuartel que libra en su interior lo hace intentar cualquier medida que libere al Salvador de la furia del infierno ardiendo en la caterva de los corazones criminales.


La respuesta es como una muralla de impiedad que resiste el esfuerzo libertador. Es el rugido de una fiera salvaje amenazando a su seсor.


- “ЎCrucifнcale! ЎCrucifнcale!”.


El guerrero idуlatra, acostumbrado a ordenar y ser obedecido – con la misma certidumbre de cumplimiento que sus superiores esperaban de йl mismo – ruega, implora. El piensa: “Son hombres religiosos, sacerdotes, varones de Dios, piadosos como los que conozco de otras tierras y de la misma Roma. Aquellos incluso adoran a dioses sangrientos y vengativos… pero este no es el caso їserб imposible esperar un rasgo de humanidad, de compasiуn, entre sus gritos que invocan causas igualmente religiosas y que insinъan hacerlo por amor de Dios?”. E insiste en su intento de salvar a Jesъs. A ese hombre herido, maltratado, llevado a sufrimientos inenarrables.


Su エクスネス mt5 razonamiento no era errado. La sola vista de un hombre rebajado a esa situaciуn dolorosa y humillante, esa mansedumbre infinita, deberнa mover siquiera a un corazуn en medio de la muchedumbre a sentir lбstima y pedir su liberaciуn, siquiera por motivos humanos. Pero ningъn corazуn de los presentes guardaba misericordia para ese hombre.


Pilatos no se horrorizaba ante el sufrimiento, heridas o la muerte. El derramamiento de sangre era tan natural a su paisaje psicolуgico como el desolador panorama de un campo despuйs de la batalla. Йl mismo habнa desbordado sangre en cantidades inconcebibles para el hombre moderno. Sabнa de sangre y matanzas, de carnicerнas humanas, de asesinatos pъblicos y secretos, de conspiraciones e injusticias. Si algo podнa decirse del corazуn de Pilatos es que estaba endurecido por el espнritu militar y frнo de su йpoca ante el sufrimiento. Pero corazones mбs duros y frнos se encontraban en el recinto. Eran corazones de hombres religiosos pero no de hombres llenos de Dios. Eran corazones duros, farisaicos. Entonces, como ahora, los fariseos eran religiosos escrupulosamente hipуcritas, mundanos de piedad legalista.

 

Pilatos reacciona con repugnancia. Como pagano, no podнa comprender que йsa fuese la clase sacerdotal de un Dios que se proclamaba ъnico y verdadero. "Tomadlo y crucificadlo vosotros, pues no encuentro en йl ningъn delito".

 

Para juzgar en la historia es preciso no hacerlo como los modernos, que juzgan hacia atrбs con la perspectiva del presente. Para comprenderla, es preciso entenderla mirando desde los ojos de los que la vivieron en ese momento. Y Pilatos no escapa de esta regla elemental de visiуn retrospectiva.

 

Pilatos, en su cobardнa, no enfrenta la perversiуn de la plebe ni de la clase sacerdotal. Sin embargo, tiene a su favor el no sumarse. Lucha en su interior, y www.e-trading.jp/exness-metatrader-5 cede por debilidad. El entrega a la muerte cruenta e injusta a un inocente por temor a complicar su carrera. Pero su conciencia pide una expiaciуn. Йl seсala  a los malos el tamaсo del delito que cometerбn. Con esas palabras йl les dice: "їNo ven que es inocente? No encuentro culpa alguna, pero en cuanto necesitбis crucificarlo, tomadle, hele aquн, matadle. Me ponйis en una situaciуn tal que no puedo liberarlo. Yo no apruebo esta aberraciуn, pero violad la ley, que no os lo impedirй!"

 

Tanto para la justicia romana como para la divina es una aberraciуn. їUn juez romano - бrbitro del mundo civilizado - consintiendo un delito flagrante presionado por el vil chantaje de un grupo de conspiradores incapaces de ser fieles a una sola causa que no sea la de sus bajas pasiones? Eran capaces de adular al emperador y proclamar su amor y respeto a la ley del invasor con tal de matar al Inocente. Se rebajaban a violar los principios jurнdicos y religiosos que les constituнan en jueces y sacerdotes con tal de ahogar en sangre la voz que les atormentaba.

 

Pero ese sofisma vergonzoso, ese subterfugio criminal, no le fue permitido a Pilatos. El Prнncipe de las Tinieblas no permite libertad a sus esclavos. Satanбs exige de sus siervos la confesiуn pъblica e irrestricta de sus infernales amores. Exige, en otras palabras, muestras pъblicas e inequнvocas de la propia aceptaciуn del delito. Por ello el infierno entero se mueve para que los judнos apуstatas obtengan aquello que demandan con las entraсas encendidas de maldad. Ellos no quieren que Pilatos "consienta" el crimen. Lo que ellos quieren es que Pilatos ordene, que esa autoridad que hasta unas horas atrбs resistнan y despreciaban hasta ignorarlo, que ese juez invasor ordene la muerte de Cristo y ellos la acaten con goce satбnico.

 

La liturgia de maldad llega a su paroxismo. El poderoso invasor dobla sus rodillas ante el chantaje. El militar cruento y despiadado se humilla y besa la sanciуn rabнnica. Los sacerdotes del ъnico Dios verdadero invocan la tolerancia de la Roma politeнsta para con las demandas que las supersticiones locales exigнan para sus cultos anteriores a la ocupaciуn extranjera. Por eso se empeсan en ser los primeros en dar ejemplo de sumisiуn a la ley romana, de respeto por el Emperador hasta aparecer como amantes y celosos custodios de los intereses del Divino Cйsar. De sus bocas no tarda en surgir la blasfemia, queriendo apurar la muerte de un inocente con el pretexto de cumplir el precepto sabatino. No sea que se les acuse de faltar a los mandamientos. "Tenemos una Ley, y segъn ella debe morir, porque se ha fingido el hijo de Dios".

 

En realidad, para Pilatos la idea no era absurda. Ni siquiera ridнcula. Ser el hijo de un Dios era algo tan normal para un romano como para el resto de los paganos dispersados por la faz de la tierra. Sin embargo, Pilatos se estremece al escuchar estas palabras. El juez vuelve las espaldas a los aullidos del populacho y, con el decir extraordinario de Tertuliano, jam pro sua conscientia Christianus le pregunta sobrecogido: "їDe donde eres tъ?"

 

Pilatos no acierta a comprender la magnitud de los sucesos que vive. Actъa como todos los hombres de la historia, que cegados por las groseras pasiones, no ven, no quieren ver aquello que les envuelve e involucra directamente. Traicionan la hora magnнfica que les fue dada vivir. Simplemente йl pregunta. No ve cуmo el Seсor ya habнa hablado para йl. Y habнa hablado mucho para йl. Para la muchedumbre que hervнa allб afuera, el Seсor no habнa tenido una sola palabra. Pagano o no, йl representaba la autoridad. Y Cristo respondнa a la autoridad. Y procuraba - aъn en medio de la injusticia y el dolor - convertir a esa alma. Por eso esta vez el Seсor no responde. Y Pilatos, colйrico, se enfurece.

 

"їNo hablarбs ni aъn conmigo?", pregunta. "їNo sabes que tengo el poder para dejarte libre o crucificarte?". En su corazуn, sabe quien es Cristo. Pero su soberbia le traiciona. Le vence. їHabla de poder ante el mismo Dios? Pilatos no tiene, por donde se le mire, ningъn poder. Tiene prerrogativas nominales, si se quiere.  El alardea de su poder, pensando para sus adentros, lo mucho que harнa si quisiera. Pero no quiere, ni se atreve a poder. Su delito lo agravaba con la mбs patйtica jactancia.

 

Jesъs le mira, enternecido y compadecido de la confusiуn del poderoso juez de la pequeсa provincia romana. El Creador mira en ese corazуn esclavo de sus crнmenes, de delitos tales que le encadenan hasta convertir a un gobernador en vergonzoso esclavo. El Divino Juez no le reprende ni le enrostra sus vicios. El Rey de Reyes no cuestiona esa autoridad. En verdad, procura atenuar el delito de Pilatos. No busca agravar ese pecado. Йl responde: "En verdad, tъ no tendrнas ningъn poder sobre mн si no te hubiese sido dado desde arriba; por lo tanto, el que me hace traiciуn comete mayor pecado". No era йpoca de delirios tales como soberanнas populares, asн que Jesъs podнa hablar tranquilo con la verdad. El poder le ha sido dado desde arriba y mirando hacia arriba se debe temer el juicio. Jesъs le estб diciendo: "Tъ no eres inocente. Tu cometes un crimen. Pero Judas, Anбs, Caifбs y todos esos sacerdotes mнos, todos los judнos, que son Mi pueblo elegido, cometen traiciуn y pecan de un modo infinitamente mбs vituperable que el tuyo. Quien me traiciona peca contra Dios mismo."

 

Conmueve la majestuosa dignidad de Jesъs. En Йl se unen la dignidad de un Monarca con la ternura de un Padre. Y estas palabras, la majestuosa presencia del Divino Prisionero, conmueven a Pilatos. Se movilizan en su alma las ъltimas fibras de nobleza y bondad. Todo cuanto no habнa sido podrido y descompuesto por los vicios de la carne o del espнritu. Las divinas palabras remueven lo ъltimo de humano que tenнa ese espнritu cruento y orgulloso. Y retrocede. Reconoce, en silencio, la superioridad infinita de aquel augusto prisionero maniatado y herido. Brota una vez mбs la nobleza de su alma militar. Comprende todo lo digna de respeto que es la bondad y la virtud de esa vнctima del pecado. Cuбn amable es su manso aspecto. Y llorу, lamentу su caнda. El juicio de su prisionero, respecto a las causas y a la gravedad de su delito, le tenнan estremecido.

 

Cuando los inocentes son aplastados por el despotismo del infierno, tanto mбs augustos nos parecen por contraste. ЎCuбnto mбs no le habrб parecido a Pilatos el Divino Redentor! ЎHasta quй punto no le habrб consumido internamente la consideraciуn de la inaudita impotencia del magnнfico acusado! Por ese reo misterioso, sobrenatural, sentнa un respeto creciente, que le consumнa internamente en las saludables brasas de la recta conciencia. Pilatos se decidiу para sн a salvarlo.

 

Es advertido de un posible motнn. Como prefigura de las caнdas bajo la Cruz que el Seсor permitirнa para enseсarnos respecto a nuestra debilidad y perseverancia, Pilatos sale por tercera vez a enfrentar al populacho. Piensa en el doloroso estado de Jesъs. їCуmo serнa posible pensar que hombres religiosos que invocan causas religiosas y preocupados del cumplimiento de preceptos religiosos no abrigasen la mбs mнnima muestra de piedad hacia el manso hombre llagado que tenнa a su lado?

 

Jesъs es expuesto a la plebe. El Hijo de Dios se asoma de pie, firme y digno como un rey. El angustiado, el atormentado, el destruido moralmente es el poderoso Pilatos. Jesucristo resplandece en sus dolores, adornado con una tъnica, contemplando con superioridad de alma la satбnica agitaciуn de la muchedumbre. Pilatos lo contempla, y deja salir un grito de su interior. En sus palabras clama ahora una convicciуn:

 

- "ЎVed aquн a vuestro rey!"

 

Los pueblos no pueden amar como rey o superior - a no ser por excepcionales consideraciones - a uno que entienden como inferior a ellos mismos, al promedio mбs bajo de los reunidos. Miran a ese prisionero sangrante y humillado y no le quieren reconocer como rey. Su carne juzga, Satanбs les manda. El infierno se estremece ante la posibilidad de que reconocieran Su sangre real, su derecho natural a gobernar a Israel. Voces guturales braman: "ЎCrucifнcale!". Removidos los recuerdos de los vicios, todos quieren acallar sus conciencias, piden las ilusorias libertades para el pecado asesinando el suave yugo de la virtud.

 

Son las nueve de la maсana. Por tres horas han pedido la muerte del inocente. Ahora - cosa increнble para un pueblo ocupado - comienza a oнrse entre las voces malditas el nombre del Cйsar, rostro visible de la desgracia opresora. Pero esta vez- sуlo por йsta vez - no serб para maldecirle, negarle o rebelarse contra йl. Al Cйsar le reconocen como Amo y Seсor.

 

Pilatos descarga su rabia e impotencia contra la plebe: "їHe de crucificar a vuestro rey?". La apostasнa a su idea de nacionalidad, de esperanza de un Mesнas, de inmaculada fidelidad a un sуlo y verdadero Dios cae por el suelo. "ЎNo tenemos mбs rey que el Cйsar!". Y los apуstatas, acicateados por el Prнncipe de las Tinieblas, compitieron en elocuencia para demostrar su fidelidad a la Antigua Serpiente y forzar un crimen que temнan escapase de sus manos: "Si dejas ir a este hombre, no eres amigo del Cйsar".

 

El Demonio, sabedor de nuestros vicios y bajas pasiones, tocу donde Pilatos era mбs sensible. Ante este nombre se paralizу. Satanбs riу complacido, burlбndose y pisoteando las romбnticas fidelidades juradas - in pectore - por el gobernador que ante la presencia del Seсor se jurу defenderlo a cualquier costo. La Serpiente Antigua se levantу entre los fuegos infernales e iluminу en la mente del juez el recuerdo del cruento instrumento de opresiуn tirбnica: la delaciуn. Podнa ser denunciado ante su Amo bajo el crimen de lesa majestad. Pilatos recordу todo cuanto significaba esa amenaza: la suma de las infamias, la mezcla absurda de acusaciones, la confiscaciуn, el tormento, y la sangre derramada sin medidas, como tantas y tantas veces se vio - antes y despuйs - corriendo por las calles de Roma y sus provincias. Tiberio, el nauseabundo tirano que reposaba su cuerpo en descomposiciуn en Caprea, descargando sobre el procurador de Judea una de sus cйlebremente cruentas y violentas venganzas.

 

Los rabinos y la muchedumbre tambiйn conocнan - como Pilatos - las espeluznantes noticias de la feroz e inhumana venganza del corrupto Tiberio contra Sejano, su ъnico amigo y ministro fiel. Y acaso, їno era al mismo Sejano que Pilatos debнa su puesto? Los sacerdotes judнos supieron manipular hбbilmente el terror que en Pilatos producнa esta idea. Despuйs de todo, la comunidad judнa se constituнa como una fuerte e influyente colonia en Roma. Un rumor dejado caer en medio de una negociaciуn con algъn romano influyente y la cabeza de Pilatos caerнa despuйs de contemplar toda suerte de desgracias en su vida y la de los suyos. Ante esos hombres religiosos ya no podнa esperar se abstuvieran de utilizar medios tan viles. Los rabinos insisten. Pilatos, el militar aplomado y vencedor sanguinario, cae presa del pбnico.

 

Entonces, toda buena intenciуn, toda promesa halagьeсa para con Jesucristo, es traicionada en mira a sus propios intereses. Y procede a condenar a muerte a quien sabe inocente, superior y divino. Traiciona a Dios y se traiciona a sн mismo.

 

Pilatos, que antes no tuviera mayores inconvenientes con corromper la justicia en favor de algъn interйs particular, no pudo esta vez obrar con la justicia recta que hubiera deseado. Su corazуn, tan duro en el pasado para con el sufrimiento ajeno, no pudo saborear la dulzura de una virtuosa misericordia que deseaba realizar. El tirano que despуticamente ejerciу la autoridad hasta el abuso, ahora se sentнa impotente para ejercerla en justicia, siguiendo los dictбmenes de la recta razуn. El pagano Pilatos recibнa castigo de su pecado, convertido ahora en su propio Erinnis. Sus infames vicios se volvнan en instrumentos de su propio castigo.


Que Nuestra Seсora, Madre Dolorosa, acompaсe a cada uno de ustedes en estos dнas de pasiуn y obtenga de Su Divino Hijo las gracias necesarias para perseverar y vencer abrazados a la Santa Cruz. Que por gracia de Dios, merezcamos el premio eterno del buen combate, que son Ellos mismos.

In Domina nostra a Fatima

Cynthia Caden
Editora General | Revista Cristiandad.org
e-mail: editora@revistacristiandad.org

 

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