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ERA VIERNES, DE MADRUGADA. Un
viernes sagrado profanado por el pecado, la maldad. Por la
apostasнa.
- “Ecce Homo!”
Pilatos exness mt5 ダウンロード bramaba ante el populacho enfurecido: “ЎVed aquн al
hombre!”. El grito enternecido del procurador extranjero y
pagano resuena hasta el fin de los tiempos en los corazones de
los hombres, entristecidos y horrorizados ante el mayor crimen
cometido jamбs en la historia.
Es compleja la psicologнa del endurecido militar romano
conmovido ante los sufrimientos del hombre-Dios. Hastiado de
sangre, insensible ante el dolor, se encuentra rendido ante la
suprema inocencia en aquel magnнfico prisionero. Se indigna
contra la muchedumbre, pero su carne es mбs dйbil y teme por sн
mismo y su carrera en el Imperio. Teme a las amenazas de los
sacerdotes apуstatas. Pero la lucha sin cuartel que libra en su
interior lo hace intentar cualquier medida que libere al Salvador
de la furia del infierno ardiendo en la caterva de los corazones
criminales.
La respuesta es como una muralla de impiedad que resiste el
esfuerzo libertador. Es el rugido de una fiera salvaje
amenazando a su seсor.
- “ЎCrucifнcale! ЎCrucifнcale!”.
El guerrero idуlatra, acostumbrado a ordenar y ser obedecido –
con la misma certidumbre de cumplimiento que sus superiores
esperaban de йl mismo – ruega, implora. El piensa: “Son hombres
religiosos, sacerdotes, varones de Dios, piadosos como los que
conozco de otras tierras y de la misma Roma. Aquellos incluso adoran
a dioses sangrientos y vengativos… pero este no es el caso їserб imposible esperar un
rasgo de humanidad, de compasiуn, entre sus gritos que invocan
causas igualmente religiosas y que insinъan hacerlo por amor de
Dios?”. E insiste en su intento de salvar a Jesъs. A ese hombre
herido, maltratado, llevado a sufrimientos inenarrables.
Su エクスネス mt5 razonamiento no era errado. La sola vista de un hombre
rebajado a esa situaciуn dolorosa y humillante, esa mansedumbre
infinita, deberнa mover siquiera a un corazуn en medio de la
muchedumbre a sentir lбstima y pedir su liberaciуn, siquiera por
motivos humanos. Pero ningъn corazуn de los presentes guardaba
misericordia para ese hombre.
Pilatos no se horrorizaba ante el sufrimiento, heridas o la muerte.
El derramamiento de sangre era tan natural a su paisaje
psicolуgico como el desolador panorama de un campo despuйs de la
batalla. Йl mismo habнa desbordado sangre en cantidades
inconcebibles para el hombre moderno. Sabнa de sangre y
matanzas, de carnicerнas humanas, de asesinatos pъblicos y
secretos, de conspiraciones e injusticias. Si algo podнa decirse
del corazуn de Pilatos es que estaba endurecido por el espнritu
militar y frнo de su йpoca ante el sufrimiento. Pero corazones mбs duros y
frнos se encontraban en el recinto. Eran corazones de hombres
religiosos pero no de hombres llenos de Dios. Eran corazones
duros, farisaicos. Entonces, como ahora, los fariseos eran religiosos escrupulosamente hipуcritas, mundanos
de piedad legalista.
Pilatos reacciona con repugnancia.
Como pagano, no podнa comprender que йsa fuese la clase
sacerdotal de un Dios que se proclamaba ъnico y verdadero.
"Tomadlo y crucificadlo vosotros, pues no encuentro en йl ningъn
delito".
Para juzgar en la historia es
preciso no hacerlo como los modernos, que juzgan hacia atrбs con
la perspectiva del presente. Para comprenderla, es preciso
entenderla mirando desde los ojos de los que la vivieron en ese
momento. Y Pilatos no escapa de esta regla elemental de visiуn
retrospectiva.
Pilatos, en su cobardнa, no
enfrenta la perversiуn de la plebe ni de la clase sacerdotal.
Sin embargo, tiene a su favor el no sumarse. Lucha en su
interior, y www.e-trading.jp/exness-metatrader-5 cede por debilidad. El entrega a la muerte cruenta e
injusta a un inocente por temor a complicar su carrera. Pero su
conciencia pide una expiaciуn. Йl seсala a los malos el
tamaсo del delito que cometerбn. Con esas palabras йl les dice:
"їNo ven que es inocente? No encuentro culpa alguna, pero en
cuanto necesitбis crucificarlo, tomadle, hele aquн,
matadle. Me ponйis en una situaciуn tal que no puedo liberarlo.
Yo no apruebo esta aberraciуn, pero violad la ley, que no os lo
impedirй!"
Tanto para la justicia romana como
para la divina es una aberraciуn. їUn juez romano - бrbitro del
mundo civilizado - consintiendo un delito flagrante presionado
por el vil chantaje de un grupo de conspiradores incapaces de
ser fieles a una sola causa que no sea la de sus bajas pasiones?
Eran capaces de adular al emperador y proclamar su amor y
respeto a la ley del invasor con tal de matar al Inocente. Se
rebajaban a violar los principios jurнdicos y religiosos que les
constituнan en jueces y sacerdotes con tal de ahogar en sangre
la voz que les atormentaba.
Pero ese sofisma vergonzoso, ese
subterfugio criminal, no le fue permitido a Pilatos. El Prнncipe
de las Tinieblas no permite libertad a sus esclavos. Satanбs
exige de sus siervos la confesiуn pъblica e irrestricta de sus
infernales amores. Exige, en otras palabras, muestras pъblicas e
inequнvocas de la propia aceptaciуn del delito. Por ello el
infierno entero se mueve para que los judнos apуstatas obtengan
aquello que demandan con las entraсas encendidas de maldad.
Ellos no quieren que Pilatos "consienta" el crimen. Lo que ellos
quieren es que Pilatos ordene, que esa autoridad que
hasta unas horas atrбs resistнan y despreciaban hasta ignorarlo,
que ese juez invasor ordene la muerte de Cristo y ellos la
acaten con goce satбnico.
La liturgia de maldad llega a su
paroxismo. El poderoso invasor dobla sus rodillas ante el
chantaje. El militar cruento y despiadado se humilla y besa la
sanciуn rabнnica. Los sacerdotes del ъnico Dios verdadero
invocan la tolerancia de la Roma politeнsta para con las
demandas que las supersticiones locales exigнan para sus cultos
anteriores a la ocupaciуn extranjera. Por eso se empeсan en ser
los primeros en dar ejemplo de sumisiуn a la ley romana, de
respeto por el Emperador hasta aparecer como amantes y celosos
custodios de los intereses del Divino Cйsar. De sus bocas no
tarda en surgir la blasfemia, queriendo apurar la muerte de un
inocente con el pretexto de cumplir el precepto sabatino. No sea
que se les acuse de faltar a los mandamientos. "Tenemos una Ley,
y segъn ella debe morir, porque se ha fingido el hijo de Dios".
En realidad, para Pilatos la idea
no era absurda. Ni siquiera ridнcula. Ser el hijo de un Dios era
algo tan normal para un romano como para el resto de los paganos
dispersados por la faz de la tierra. Sin embargo, Pilatos se
estremece al escuchar estas palabras. El juez vuelve las
espaldas a los aullidos del populacho y, con el decir
extraordinario de Tertuliano, jam pro sua conscientia
Christianus le pregunta sobrecogido: "їDe donde eres tъ?"
Pilatos no acierta a comprender la
magnitud de los sucesos que vive. Actъa como todos los hombres
de la historia, que cegados por las groseras pasiones, no ven,
no quieren ver aquello que les envuelve e involucra
directamente. Traicionan la hora magnнfica que les fue dada
vivir. Simplemente йl pregunta. No ve cуmo el Seсor ya habнa
hablado para йl. Y habнa hablado mucho para йl. Para la
muchedumbre que hervнa allб afuera, el Seсor no habнa tenido una
sola palabra. Pagano o no, йl representaba la autoridad. Y
Cristo respondнa a la autoridad. Y procuraba - aъn en medio de
la injusticia y el dolor - convertir a esa alma. Por eso esta
vez el Seсor no responde. Y Pilatos, colйrico, se enfurece.
"їNo hablarбs ni aъn conmigo?",
pregunta. "їNo sabes que tengo el poder para dejarte libre o
crucificarte?". En su corazуn, sabe quien es Cristo. Pero su
soberbia le traiciona. Le vence. їHabla de poder ante el mismo
Dios? Pilatos no tiene, por donde se le mire, ningъn poder.
Tiene prerrogativas nominales, si se quiere. El alardea de
su poder, pensando para sus adentros, lo mucho que harнa si
quisiera. Pero no quiere, ni se atreve a poder. Su delito lo
agravaba con la mбs patйtica jactancia.
Jesъs le mira, enternecido y
compadecido de la confusiуn del poderoso juez de la pequeсa
provincia romana. El Creador mira en ese corazуn esclavo de sus
crнmenes, de delitos tales que le encadenan hasta convertir a un
gobernador en vergonzoso esclavo. El Divino Juez no le reprende
ni le enrostra sus vicios. El Rey de Reyes no cuestiona esa
autoridad. En verdad, procura atenuar el delito de Pilatos. No
busca agravar ese pecado. Йl responde: "En verdad, tъ no
tendrнas ningъn poder sobre mн si no te hubiese sido dado desde
arriba; por lo tanto, el que me hace traiciуn comete mayor
pecado". No era йpoca de delirios tales como soberanнas
populares, asн que Jesъs podнa hablar tranquilo con la verdad.
El poder le ha sido dado desde arriba y mirando hacia arriba se
debe temer el juicio. Jesъs le estб diciendo: "Tъ no eres
inocente. Tu cometes un crimen. Pero Judas, Anбs, Caifбs y todos
esos sacerdotes mнos, todos los judнos, que son Mi pueblo
elegido, cometen traiciуn y pecan de un modo infinitamente mбs
vituperable que el tuyo. Quien me traiciona peca contra Dios
mismo."
Conmueve la majestuosa dignidad de
Jesъs. En Йl se unen la dignidad de un Monarca con la ternura de
un Padre. Y estas palabras, la majestuosa presencia del Divino
Prisionero, conmueven a Pilatos. Se movilizan en su alma las
ъltimas fibras de nobleza y bondad. Todo cuanto no habнa sido
podrido y descompuesto por los vicios de la carne o del
espнritu. Las divinas palabras remueven lo ъltimo de humano que
tenнa ese espнritu cruento y orgulloso. Y retrocede. Reconoce,
en silencio, la superioridad infinita de aquel augusto
prisionero maniatado y herido. Brota una vez mбs la nobleza de
su alma militar. Comprende todo lo digna de respeto que es la
bondad y la virtud de esa vнctima del pecado. Cuбn amable es su
manso aspecto. Y llorу, lamentу su caнda. El juicio de su
prisionero, respecto a las causas y a la gravedad de su delito,
le tenнan estremecido.
Cuando los inocentes son aplastados
por el despotismo del infierno, tanto mбs augustos nos parecen
por contraste. ЎCuбnto mбs no le habrб parecido a Pilatos el
Divino Redentor! ЎHasta quй punto no le habrб consumido
internamente la consideraciуn de la inaudita impotencia del
magnнfico acusado! Por ese reo misterioso, sobrenatural, sentнa
un respeto creciente, que le consumнa internamente en las
saludables brasas de la recta conciencia. Pilatos se decidiу
para sн a salvarlo.
Es advertido de un posible motнn.
Como prefigura de las caнdas bajo la Cruz que el Seсor
permitirнa para enseсarnos respecto a nuestra debilidad y
perseverancia, Pilatos sale por tercera vez a enfrentar al
populacho. Piensa en el doloroso estado de Jesъs. їCуmo serнa
posible pensar que hombres religiosos que invocan causas
religiosas y preocupados del cumplimiento de preceptos
religiosos no abrigasen la mбs mнnima muestra de piedad hacia el
manso hombre llagado que tenнa a su lado?
Jesъs es expuesto a la plebe. El
Hijo de Dios se asoma de pie, firme y digno como un rey. El
angustiado, el atormentado, el destruido moralmente es el
poderoso Pilatos. Jesucristo resplandece en sus dolores,
adornado con una tъnica, contemplando con superioridad de alma
la satбnica agitaciуn de la muchedumbre. Pilatos lo contempla, y
deja salir un grito de su interior. En sus palabras clama ahora
una convicciуn:
- "ЎVed aquн a vuestro rey!"
Los pueblos no pueden amar como rey
o superior - a no ser por excepcionales consideraciones - a uno
que entienden como inferior a ellos mismos, al promedio mбs bajo
de los reunidos. Miran a ese prisionero sangrante y humillado y
no le quieren reconocer como rey. Su carne juzga, Satanбs les
manda. El infierno se estremece ante la posibilidad de que
reconocieran Su sangre real, su derecho natural a gobernar a
Israel. Voces guturales braman: "ЎCrucifнcale!". Removidos los
recuerdos de los vicios, todos quieren acallar sus conciencias,
piden las ilusorias libertades para el pecado asesinando el
suave yugo de la virtud.
Son las nueve de la maсana. Por
tres horas han pedido la muerte del inocente. Ahora - cosa
increнble para un pueblo ocupado - comienza a oнrse entre las
voces malditas el nombre del Cйsar, rostro visible de la
desgracia opresora. Pero esta vez- sуlo por йsta vez - no serб
para maldecirle, negarle o rebelarse contra йl. Al Cйsar le
reconocen como Amo y Seсor.
Pilatos descarga su rabia e
impotencia contra la plebe: "їHe de crucificar a vuestro rey?".
La apostasнa a su idea de nacionalidad, de esperanza de un
Mesнas, de inmaculada fidelidad a un sуlo y verdadero Dios cae
por el suelo. "ЎNo tenemos mбs rey que el Cйsar!". Y los
apуstatas, acicateados por el Prнncipe de las Tinieblas,
compitieron en elocuencia para demostrar su fidelidad a la
Antigua Serpiente y forzar un crimen que temнan escapase de sus
manos: "Si dejas ir a este hombre, no eres amigo del Cйsar".
El Demonio, sabedor de nuestros
vicios y bajas pasiones, tocу donde Pilatos era mбs sensible.
Ante este nombre se paralizу. Satanбs riу complacido, burlбndose
y pisoteando las romбnticas fidelidades juradas - in pectore - por el gobernador que ante la presencia del Seсor se
jurу defenderlo a cualquier costo. La Serpiente Antigua se
levantу entre los fuegos infernales e iluminу en la mente del
juez el recuerdo del cruento instrumento de opresiуn tirбnica:
la delaciуn. Podнa ser denunciado ante su Amo bajo el crimen de
lesa majestad. Pilatos recordу todo
cuanto significaba esa amenaza: la suma de las infamias, la
mezcla absurda de acusaciones, la confiscaciуn, el tormento, y
la sangre derramada sin medidas, como tantas y tantas veces se
vio - antes y despuйs - corriendo por las calles de Roma y sus
provincias. Tiberio, el nauseabundo tirano que reposaba su
cuerpo en descomposiciуn en Caprea, descargando sobre el
procurador de Judea una de sus cйlebremente cruentas y violentas
venganzas.
Los rabinos y la muchedumbre
tambiйn conocнan - como Pilatos - las espeluznantes noticias de
la feroz e inhumana venganza del corrupto Tiberio contra Sejano,
su ъnico amigo y ministro fiel. Y acaso, їno era al mismo Sejano
que Pilatos debнa su puesto? Los sacerdotes judнos supieron
manipular hбbilmente el terror que en Pilatos producнa esta
idea. Despuйs de todo, la comunidad judнa se constituнa como una
fuerte e influyente colonia en Roma. Un rumor dejado caer en
medio de una negociaciуn con algъn romano influyente y la cabeza
de Pilatos caerнa despuйs de contemplar toda suerte de
desgracias en su vida y la de los suyos. Ante esos hombres
religiosos ya no podнa esperar se abstuvieran de utilizar medios
tan viles. Los rabinos insisten. Pilatos, el militar aplomado y
vencedor sanguinario, cae presa del pбnico.
Entonces, toda buena intenciуn,
toda promesa halagьeсa para con Jesucristo, es traicionada en
mira a sus propios intereses. Y procede a condenar a muerte a
quien sabe inocente, superior y divino. Traiciona a Dios y se
traiciona a sн mismo.
Pilatos, que antes no tuviera
mayores inconvenientes con corromper la justicia en favor de
algъn interйs particular, no pudo esta vez obrar con la justicia
recta que hubiera deseado. Su corazуn, tan duro en el pasado
para con el sufrimiento ajeno, no pudo saborear la dulzura de
una virtuosa misericordia que deseaba realizar. El tirano que
despуticamente ejerciу la autoridad hasta el abuso, ahora se
sentнa impotente para ejercerla en justicia, siguiendo los
dictбmenes de la recta razуn. El pagano Pilatos recibнa castigo
de su pecado, convertido ahora en su propio Erinnis. Sus infames
vicios se volvнan en instrumentos de su propio castigo.
Que Nuestra Seсora, Madre Dolorosa, acompaсe a cada uno de
ustedes en estos dнas de pasiуn y obtenga de Su Divino Hijo las
gracias necesarias para perseverar y vencer abrazados a la Santa
Cruz. Que por gracia de Dios, merezcamos el premio eterno del
buen combate, que son Ellos mismos.
In Domina nostra
a Fatima
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